por César Banda
mayo 2025

Mis queridos contertulios de conversando la Teología, para entender la batalla final antes del retorno del Señor, es necesario que se entienda la gran batalla ideológica que estamos librando en este momento, voy a tratar de parametrizar este tema tan amplio en 6 puntos, para que luego sigamos profundizando en alguno de ellos.

Esta es la tarea incansable del CET (Centro de Estudios Teológicos), para preparar a obreros competentes en su obra.

1. Fundamento y Autoridad

El teólogo pentecostal conservador y ortodoxo se planta firmemente sobre la plena inspiración, infalibilidad e inerrancia de las Sagradas Escrituras. Cree con convicción que la Biblia no es solo un libro religioso, sino la Palabra viva de Dios, revelada de manera verbal y plenaria, por obra y dirección del Espíritu Santo. Por lo tanto, lo que enseña la Escritura es verdad absoluta, inmutable y aplicable para todas las épocas.

En contraste, la teología liberal y neo-liberal ha relativizado la autoridad bíblica. La Biblia, en la perspectiva liberal, es vista como un documento humano, cargado de errores culturales, históricos y científicos. Ya no es la voz autoritativa de Dios, sino un testimonio religioso abierto a reinterpretaciones subjetivas, moldeadas por las ideas contemporáneas. En el neo-liberalismo, incluso se llega a tratar la Escritura como una simple «narrativa comunitaria», desconociendo su naturaleza sobrenatural y su poder transformador.

2. Doctrina de Dios

El pentecostal ortodoxo exalta la santidad, soberanía, trascendencia e inmutabilidad de Dios. Su teología es profundamente trinitaria, reconociendo la obra del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En particular, enfatiza el mover real del Espíritu Santo en el tiempo presente, confirmando el mensaje de la Palabra con señales, prodigios y manifestaciones genuinas.

En cambio, la teología liberal ha vaciado a Dios de sus atributos revelados, presentándolo como una mera «fuerza espiritual» o una construcción cultural. Dios deja de ser el Dios personal, santo y juez, y se convierte en una idea adaptable a cada contexto sociocultural. En el neo-liberalismo, Dios es moldeado según la agenda política, ideológica o filosófica del momento, perdiendo su carácter trascendente y santo.

3. Cristología

Para el pentecostal ortodoxo, Cristo es el centro absoluto de la fe. Es Dios hecho carne, nacido de una virgen, sin pecado, que murió en la cruz como sustituto, resucitó corporalmente y ascenderá visiblemente. No hay otro evangelio ni otro salvador. Todo aquel que niegue la plena divinidad y humanidad de Cristo, o minimice la obra expiatoria, se aparta de la fe apostólica.

Por otro lado, el liberalismo teológico ha despojado a Cristo de su divinidad, reduciéndolo a un «maestro moral» o un «revolucionario religioso». Niega los milagros, la resurrección corporal y la expiación sustitutiva. El neo-liberalismo incluso redefine a Cristo en términos ideológicos, adaptándolo a agendas de justicia social o ideologías de género, perdiendo así la gloria única del verdadero Cristo bíblico.

4. Salvación y Evangelio

El teólogo pentecostal ortodoxo proclama el evangelio del arrepentimiento, la fe en Cristo y el nuevo nacimiento. Afirma que la salvación es por gracia, por medio de la fe, y que se evidencia en una vida transformada por el poder regenerador del Espíritu Santo. El pentecostal bíblico ama la santidad y predica la necesidad de una vida apartada del pecado y consagrada al Señor.

En contraste, el liberalismo diluye el evangelio, rechazando la noción de pecado original y de la necesidad de un Salvador. Su mensaje es un llamado a la auto-superación, al activismo político o a la «inclusión universal», sin una verdadera conversión ni regeneración. El neo-liberalismo va aún más lejos, abrazando un «evangelio inclusivo» donde no hay juicio divino, ni infierno, ni exigencia de arrepentimiento. Se sustituye la salvación espiritual por agendas sociales y políticas, desechando el mensaje eterno de redención.

5. Escatología y Expectativa Espiritual

El pentecostal ortodoxo espera con gozo la venida gloriosa de Cristo. Su escatología es bíblica y sobrenatural: habrá resurrección de muertos, juicio final, cielo y infierno literales. Esta esperanza gloriosa mueve al creyente a vivir en santidad, evangelizar con pasión y perseverar en medio de la tribulación.

En contraste, la teología liberal y neo-liberal descarta el retorno literal de Cristo. La esperanza escatológica es reemplazada por una visión humanista de «progreso social» o «transformación cultural». El cielo se convierte en una utopía terrenal y el infierno es descartado como una idea primitiva. Así, la motivación espiritual es sustituida por un activismo ideológico sin verdadera esperanza eterna.

6. El Espíritu Santo y su Obra

El pentecostal ortodoxo cree y experimenta el bautismo en el Espíritu Santo con evidencia inicial de hablar en lenguas, tal como lo enseña el libro de los Hechos. Cree en los dones espirituales para edificación de la iglesia y en la continua obra sobrenatural del Espíritu Santo. Para el pentecostal, la experiencia espiritual nunca puede contradecir la Palabra escrita, sino que fluye desde ella y hacia ella.

El liberalismo y neo-liberalismo, al negar lo sobrenatural, han sofocado toda expectativa de un mover genuino del Espíritu Santo. Todo es reducido a procesos psicológicos o dinámicas comunitarias. En el neo-liberalismo, incluso se buscan experiencias espirituales desligadas de la Palabra, abriendo la puerta a sincretismos, espiritualidades místicas ajenas al evangelio, y a un falso espíritu de tolerancia que celebra el error.

El teólogo pentecostal conservador y ortodoxo no puede caminar en unidad con la teología liberal o neo-liberal. Lo que está en juego no es un mero matiz teológico, sino el corazón mismo de la fe cristiana bíblica. Una teología que abandona la autoridad absoluta de la Palabra, despoja a Dios de su santidad, niega la cruz, vacía la salvación de su poder transformador y apaga la esperanza escatológica, ya no es cristianismo bíblico, sino una apostasía disfrazada.

Frente a esto, el llamado para el pentecostal fiel es claro: «Pelea la buena batalla de la fe» (1 Timoteo 6:12), conservando «el modelo de las sanas palabras» (2 Timoteo 1:13) y esperando «la bendita esperanza y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» (Tito 2:13).

Publicado originalmente por César Banda (Conversando la Teología), Facebook.

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