La narración bíblica acerca de Jonás y el “gran pez” que lo traga es una de las historias más complejas y difíciles de aceptar desde el punto de vista de la teología liberal, e inaceptable para personas con una cosmovisión naturalista. Efectivamente, la historia de Jonás tiene elementos que la hacen poco creíble desde un punto de vista natural; ¿cómo puede sobrevivir una persona tres días en el vientre de un pez?, ¿cómo se puede adorar a Dios, y al mismo tiempo escribir un salmo estando dentro del vientre de un animal marino? Otro argumento recurrente apunta a que una ballena o cachalote (animales lo suficientemente grandes para albergar a una persona en su interior) son mamíferos, no peces, por lo que la historia bíblica literal no sería aceptable. Estos y otros argumentos similares serán revisados en este artículo, desde una perspectiva zoológica, pero también desde una perspectiva bíblica y sobrenatural, porque la historia contiene situaciones excepcionales descritas de forma explícita. Por ejemplo, la Escritura afirma que es Dios quien genera la tempestad en el mar y quien la termina (1:4; 1:15) y es Él quien “tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás” (1:17). Por tanto, estas complejas variables están sujetas al control sobrenatural del Dios de la Biblia, desde el principio de la historia.
Cuando ocurren situaciones que están más allá del ámbito de la competencia científica, algunas de ellas pudieran corresponder a fenómenos que caen en el ámbito sobrenatural. Lamentablemente, estas situaciones suelen ser eliminadas por secretaría en el ámbito naturalista, por no ser factibles de probar empíricamente.
Pero los milagros descritos en la Biblia deben ser creídos y no sometidos a pruebas empíricas, si se reconoce la autoridad de la Escritura y el accionar de un Dios Todopoderoso. Si no se observa este principio, entonces se establece un peligroso precedente que anula la interpretación adecuada de la Escritura, dejando sin sentido innumerables pasajes bíblicos donde se evidencia la acción sobrenatural de un Dios Omnipotente (El diluvio, la confusión de lenguas en Babel, el embarazo de la anciana Sara, las plagas de Egipto, la separación de las aguas del Mar Rojo, la provisión de maná del cielo, para una multitud de personas en el desierto, la multiplicación de panes y peces descrita en los evangelios, la conversión excepcional de Pablo, y hasta la propia encarnación y posterior resurrección de Cristo).
La odisea de Jonás tiene fundamentos fuertes para ser considerada una historia real y no un mito, en primer lugar, porque la ratificó el propio Señor Jesucristo en los evangelios (Mateo 12:40), y porque el historiador secular Flavio Josefo, reitera la historia de Jonás como un hecho real, aportando muchos detalles en su libro “Las 1 Antigüedades de los Judíos”, en el capítulo 10, párrafos 1 y 2 (Maier, 1994)1. En segundo lugar, La historicidad del libro de Jonás tiene un respaldo importante, teniendo en cuenta el propio estilo literario con que fue escrito, con descripciones de épocas y personas reales, en un contexto cultural, económico y geográfico real (Abad, 1979)2. Estos antecedentes revelan que se trata de un libro histórico, y no de una figura inventada. Adicionalmente, en otros libros de la Biblia se reconoce a Jonás como un personaje histórico, siendo mencionado en 2ª de Reyes 14:25, durante el reinado de Jeroboam II.
Contexto geográfico y cultural y su consecuencia con el relato bíblico
La historia de Jonás se desarrolla en el Mar Mediterráneo, en los años 793 a 753 antes de Cristo, de acuerdo a la cronología bíblica. Se inicia con Jonás huyendo del mandato divino, para así evitar tener que entregar un mensaje de parte de Dios a los habitantes de Nínive, una ciudad ubicada en Asiria, al interior de Asia menor. Jonás se embarca en el puerto de Jope, una ciudad ubicada en la costa del Mediterráneo, a unos 56 km al noroeste de Jerusalén, y que hoy correspondería a la ciudad de Jaffa. Jope es uno de los puertos más antiguos del mundo, el cual todavía funciona con embarcaciones pesqueras menores.
Respecto a Nínive (hoy equivale aproximadamente a la ciudad de Mosul en Irak), se sabe que se ubicaba al Este de Israel, y que Jonás estaba intentando alejarse lo más posible de esa ciudad, al abordar un barco y navegar en sentido opuesto, es decir, hacia el Oeste. Si Tarsis era un puerto específico, con seguridad habría estado ubicado en algún sitio a lo largo de la costa del Mar Mediterráneo, tal como lo sugieren varios textos del Antiguo Testamento (Salmos 48:7; Isaías 23:6; Ezequiel 27:25).
Los candidatos geográficos más probables para definir a la ciudad de Tarsis son Tartessos en el suroeste de España o Tarso en el sureste de Asia Menor. Sin embargo, Tartessos cumpliría mejor los requisitos, por cuanto era el lugar más alejado y opuesto de Nínive (objetivo principal de Jonás), al cual se podía llegar navegando. Adicionalmente, una inscripción fenicia del siglo IX a. C. sugiere la posible presencia de Tarsis en lo que hoy es Andalucía en el suroeste de España, a orillas del Mar Mediterráneo, área donde se ubicaba Tartessos (Abad, Op. cit.).
Tartessos pudo además haber sido la Tarsis bíblica, debido al importante intercambio comercial con la ciudad fenicia de Tiro, ubicada en la misma ribera mediterránea que Jope (Maluquer, 1989)3. Un antecedente claro al respecto, lo aporta el texto bíblico donde señala que el barco que transportaba a Jonás llevaba cierto tipo de “enseres” que fueron arrojados por la borda para alivianarlo en medio de la tormenta (Jonás 5:1).
Según relatos de los antiguos griegos, Tartessos se caracterizaba por ser una nación (o región) muy rica, principalmente por su minería y comercio. Entre los minerales destacaban el oro, la plata y el estaño, siendo este último esencial para la fabricación del bronce. Estos materiales eran intercambiados por productos fenicios manufacturados, generando un importante intercambio cultural y religioso. Tartessos era también rica en productos agrícolas tales como: cereales, aceitunas, y diversas frutas. Parte de este importante intercambio comercial marítimo entre ambos extremos del Mar Mediterráneo, es mencionado en Ezequiel 27:12. Las naves marítimas que hacían la travesía entre ambas puntas del Mediterráneo eran los denominados “barcos de Tarsis”, unos buques de carga, designados así quizás por la ubicación geográfica desde donde salían, o por el cargamento metalúrgico que transportaban desde esa zona. Al respecto, el historiador secular Maluquer (Op. cit.), señala que: “el viaje de Jonás nos da la verdadera medida de la densidad del tráfico marítimo hacia Tartessos (porque) cuando quiere huir, no necesita de grandes preparativos. Baja al puerto, toma pasaje en una nave que aparejaba para zarpar hacia Tartessos y se embarca prontamente. Nada más sencillo y simple”. Este último relato confirma la lógica literal del escrito bíblico.
Se sabe que desde las costas de Israel (o del puerto Fenicio de Tiro) hasta la costa de Tartessos (Tarsis) en la Península Ibérica, hay unos 4.000 kilómetros aproximadamente. Una nave de gran tamaño, navegando a una velocidad de 5 nudos entre ambos puntos, demoraría unas tres semanas en cubrir esa distancia, si contaba con condiciones climáticas adecuadas.
¿Pez o ballena?
¿Puede considerarse errónea la descripción bíblica al decir esta que fue un “gran pez” el que se tragó a Jonás, cuando en realidad hubo de ser un gran animal marino, del tamaño de un cachalote, y estos enormes animales marinos no son peces sino mamíferos?
Lo cierto es que no estaría equivocada la Biblia, si es que fue un cachalote el animal marino gigante que engulló a Jonás, a pesar de que la Escritura señala que fue un pez el que se habría tragado a Jonás. En efecto, la Biblia le nombra como un “gran pez”, porque para la época de Noé, todos los grandes animales marinos (incluidos los mamíferos cetáceos) eran considerados peces, y esto fue así hasta mediados del siglo XVIII. Muy posteriormente, a partir de los estudios de clasificación taxonómica de Carolus Linneus (1735), se produce la clasificación taxonómica de los animales en bases a caracteres morfológicos y funcionales, y se separan a los peces de los cetáceos, porque estos últimos alimentan a sus crías con una secreción equivalente a la leche, dado lo cual se les considera de la Clase Mammalia (mamíferos). Así todo, esta clasificación, como muchas otras en Zoología, es muy probablemente artificial, 3 no natural, porque tiene implícita la teoría evolutiva darwiniana, la que hoy está científicamente cuestionada a nivel macroevolutivo. Una situación similar de clasificación algo forzada ocurre con el murciélago. En la Biblia a estos animales se les cataloga como aves (Levítico 11:13, 19; Deut. 14:11, 12, 18), sin embargo, la Zoología hoy clasifica taxonómicamente a los murciélagos como mamíferos (Orden Chiroptera)
Candidatos al “gran pez” del libro de Jonás
En Mateo 12:40 (Biblia de las Américas), se habla de un monstruo marino (Ketos, traducido del griego original), es decir, un gran animal acuático capaz de tragarse a un hombre completo. Existen al menos cuatro especies marinas de gran tamaño que suelen frecuentar el Mar Mediterráneo, y que califican como posibles candidatos para ser el “gran pez”, debido a su gran tamaño. Estos son el cachalote, la yubarta o ballena jorobada, el rorcual común o ballena de aleta, y el gran tiburón blanco. A dos de estas especies (Cachalote y tiburón blanco) se les nombra desde la antigüedad como habitantes del Mediterráneo, en relatos de marineros, y por lo descrito por Aristóteles en el siglo IV a. C., en su obra Historia Animalium.
El cachalote (Physeter macrocephalus) es un enorme animal marino, clasificado como mamífero (Orden Cetácea). Un macho puede crecer hasta 20 metros de largo. Los cachalotes, a diferencia de las ballenas tienen dientes, pero no mastican a sus presas cuando las ingieren, sino que las succionan y tragan. Dentro de las presas se encuentra el calamar gigante, de hasta 250 kg de peso, y de unos 20 metros de largo (Sierra y González, 2009)4. El cachalote es un muy buen candidato para ser el “gran pez” que tragó a Jonás por varias razones. Primero porque es un habitante frecuente del Mar Mediterráneo, en segundo lugar, por su gran tamaño, en tercer lugar, por el gran diámetro de su faringe o garganta, capaz de tragar a un ser humano entero de una sola vez, y, en cuarto lugar, debido a la morfología y fisiología de su múltiple estómago, si se supone que Jonás sobrevive a su paso por el vientre del animal marino. Es sabido que el estómago de los cachalotes está compuesto de varias cámaras (3 o 4), en donde la primera cámara es un saco dilatable, que continúa después del esófago, y no tiene glándulas digestivas ni ácido clorhídrico, en donde las presas experimentarían una especie de molienda en esta zona (Berta et al., 2006)5. En los cachalotes, el primer estómago es bastante grande, y perfectamente puede recibir el cuerpo de una persona, y aún contar con amplitud de espacio. Al haber un control sobrenatural en todo este proceso, no habría ocurrido la presión de molienda en esta primera parte del estómago, porque ello habría significado la muerte segura de Jonás, si se sigue la hipótesis de que Jonás no muere en el proceso. Esto pudiera haber formado parte de las consecuencias de que Dios “preparase o dispusiese” de un “gran pez” (1:17).
Otro candidato a ser “el gran pez” de la historia de Jonás, dado su gran tamaño, es la yubarta o ballena jorobada (Megaptera novaeangliae). Es uno de los rorcuales más grandes, donde los adultos logran una longitud de hasta 16 m. La yubarta se distribuye en todos los océanos, incluyendo el Mar Mediterráneo (Bellido et al., 2006)6. Se alimentan principalmente de krill y peces pequeños. Sin embargo, a pesar de su gran tamaño, la ballena jorobada no es una candidata adecuada para ser el “gran pez” del que habla la Biblia, debido a su estrecha faringe o garganta. Esta ballena puede contener en su enorme boca por un tiempo a un ser humano, pero no lo puede tragar. La garganta o faringe de una ballena jorobada se puede extender solo hasta unos 38 centímetros de diámetro, para que pase alimento un poco más grande que el krill (pequeños crustáceos planctónicos), pero esta abertura es insuficiente para tragarse a un humano (Hobson 2021)7.
Otro animal marino muy grande que frecuenta el Mar Mediterráneo es el rorcual común o ballena de aleta (Balaenoptera physalus) Es una especie de cetáceo misticeto (con barbas y sin dientes). En tamaño, este animal es el segundo más grande existente en el planeta, solo superado por el rorcual azul, o ballena azul. Puede alcanzar una longitud de 27 metros. Pero, a pesar de su gran tamaño, esta ballena tampoco es una candidata adecuada para ser el “gran pez” que pudo haber engullido a Jonás, porque su garganta es muy estrecha, similar a la de la ballena jorobada.
El gran tiburón blanco como candidato a ser el “gran pez” no sería muy probable si se sigue la hipótesis que Jonás permaneció vivo en su interior. La probabilidad de que el tiburón mastique el cuerpo al momento de ingerirlo es alta, además de que los poderosos jugos gástricos presentes en su estómago juegan en contra de una sobrevivencia en el vientre de este violento depredador marino. Sin embargo, el tiburón blanco como candidato a tragarse a Jonás pudiese ser plausible, si se sigue la hipótesis de que Jonás muere al ser ingerido, y luego resucita al ser vomitado por el “gran pez”. El gran tiburón blanco es efectivamente un visitante del Mar Mediterráneo, y existen ejemplares de gran tamaño en esta especie (hasta 7 metros de longitud). El cuerpo de Jonás pudo ser retornado a la vida por un acto sobrenatural de parte de Dios, aún si hubiere sido medio destruido al momento de ser tragado (si es que fue un tiburón), de manera similar a como Lázaro fue devuelto a la vida por Jesucristo, cuando su cuerpo putrefacto ya se estaba deshaciendo (Juan 11:39).
Control sobrenatural sobre la situación
La Biblia dice que Dios “tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás” (1:17). Sin duda que esta sentencia cambia completamente el escenario de la lógica humana y del naturalismo, por cuanto todos los cálculos zoológicos, fisiológicos y de sentido 5 común, quedan supeditados al control sobrenatural que Dios estableció sobre la compleja situación vivida por Jonás, al ser engullido directamente sin ser masticado, ni verse afectado por los jugos gástricos, ni tampoco molido por las poderosas contracciones musculares del estómago de un animal marino de esas proporciones (lo anterior bajo la hipótesis de que Jonás estuvo vivo todo el tiempo en el vientre del pez). Probablemente Dios le pudo haber adecuado cierto estado fisiológico de alimentación por algunos días al animal marino, como, por ejemplo, el que suspendiese su ingesta alimentaria y digestión, luego de ingerir a Jonás. También la “preparación del pez” pudo significar que Jonás quedase en la primera parte (primera cámara) del estómago del animal que lo tragó, sin pasar a la segunda cámara, que es la zona donde se liberan los jugos gástricos (si es que fue un cachalote). Hubo además control sobrenatural al final de su relación con el “gran pez”, por cuanto el texto bíblico señala que Dios le ordenó al pez que vomitase a Jonás en tierra firme (2:10).
Algunos críticos escépticos argumentan que sería absurdo que Dios le ordenase a un animal que hiciese algo, por cuanto no entendería el idioma ni sus códigos. Pero es evidente que aquí no se trata de una orden verbal, sino en la forma y código que el animal pueda entenderle, a Aquel que fue ni más ni menos que su propio Creador. Hubo además un control sobrenatural en el inicio y fin de la tormenta, que estuvo a punto de hacer zozobrar a la nave con los marineros que navegaban con Jonás.
¿Sobrevivió Jonás en el vientre del “gran pez”, o murió para luego ser resucitado”?
Hay al menos tres hipótesis.
- Jonás sobrevivió en un estado casi normal. Había suficiente oxígeno para que Jonás respirase en el enorme tracto digestivo del animal, y además no habría sido afectado por los jugos gástricos porque habría quedado en la primera cámara del estómago del “gran pez” (si es que este “gran pez” fue un cachalote). De todas formas, esta hipótesis requiere de intervención sobrenatural, dada la necesidad de que esta parte del estómago no hubiese realizado la acción de molienda que hace habitualmente.
- Jonás sobrevivió, pero casi muerto. Jonás pudo haber padecido un cierto tipo de catalepsia, debido a un estado agudo de histeria, por ejemplo, la que habría dejado sus funciones biológicas al mínimo y por tanto no requería de mucho oxígeno, ni de agua. En este estado puede encontrarse consciente o inconsciente por algunas horas.
- Jonás realmente murió en el vientre del “gran pez”. Jonás habría muerto dentro del estómago del gran animal marino, y posteriormente habría sido resucitado por Dios (como ocurrió con otros personajes bíblicos), cuando el gran animal lo vomitó en la 6 orilla del mar. Esta hipótesis se ve respaldada en parte por la oración que hace Jonás, donde dice que clama desde el seol (Jonás 2:2), si bien en algunos salmos se usa también esta expresión de clamar desde el seol, o estar en el seol, en forma metafórica, sin que se esté realmente muerto. Se dice solo para dar a entender un estado de ánimo angustioso.
Pero un argumento fuerte respecto a que Jonás pudo haber muerto y resucitado radica en la comparación que hace el propio Señor Jesucristo de sí mismo con Jonás respecto a su muerte y resurrección, la cual se ajustaría mucho más si Jonás muere y al tercer día resucita. Esto correspondería a lo que el Señor llamó como “la señal del profeta Jonás” (Lucas 11:29-30). Jonás pudo haber estado muerto en el vientre del pez, y luego haber resucitado al tercer día, así como Cristo también estuvo muerto y resucitó en el mismo periodo de tiempo.
Nuevamente es necesario recordar que esta compleja historia estuvo siempre bajo el control de Dios y por tanto caben situaciones sobrenaturales o milagrosas. Para un cristiano esto no debiese ser problema, si se parte de la premisa que Dios es Omnipotente. Lo extraño sería que Él no pudiese elegir y preparar un pez grande para que tragase y mantuviese a Jonás, y luego recuperarlo, habiendo estado medio muerto o realmente muerto.
Jesús en Mateo 12:39-40 da a conocer que esta fuerte experiencia vivida por Jonás habría sido traumática para él. Fue como haber estado muerto para luego volver a la vida (la señal del profeta Jonás). Si Jonás realmente murió algunos minutos u horas después de haber estado en el vientre del pez, habría tenido el tiempo necesario para orar pidiendo perdón y restauración, en medio de la oscuridad total, de la humedad, de la fetidez y sensación de ahogo por la falta de oxígeno en el estómago del gran animal marino, a partir de lo cual escribe después, dando a conocer algunos de estos detalles (Capítulo 2)
El mayor problema de Jonás dentro del “gran pez”, la necesidad de respirar
El mayor problema de Jonás en el vientre del “gran pez” debió ser la escasa presencia de oxígeno para respirar. Los cachalotes (Suborden Odontoceti, cetáceos con dientes) respiran por un solo orificio nasal ubicado en la zona superior de la cabeza. No obstante, el estómago está aislado de las vías respiratorias en estos animales, por lo que no llega oxígeno al tubo digestivo por esta vía, donde se habría encontrado Jonás.
Algunas dificultades adicionales
Las algas.
Una expresión del Capítulo 2:5, ha generado ciertas dudas en algunos teólogos comentaristas (“EL alga se enredó a mi cabeza”), debido a que el contexto pareciera indicar que Jonás se encontraba en el estómago del animal marino. Sin embargo, ni ballenas ni cachalotes, ni menos tiburones comen algas grandes (macroalgas). Dado el estilo poético de esta parte del Libro, esta sección del relato pudiese ser entendida como una metáfora usada por Jonás para describir las condiciones del fondo marino que le habrían rodeado. Pero también pudiese ser que la instancia en que las algas se le enredaban en su cabeza haya sido real, antes de ser engullido por el “gran pez”, lo cual tendría mucho sentido, dado que las tormentas marinas arrancan enormes zonas de bosques de macroalgas, con sus discos de sujeción incluidos. Entonces Jonás pudo en su relato haber mezclado instancias vividas dentro y fuera del gran animal marino, lo cual resolvería la aparente inconsistencia. Otras expresiones del mismo Capítulo 2:3, las cuales reseñan la oración de Jonás, tales como: “y me rodeó la corriente, todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí”, claramente están referidas al ambiente marino externo. Lo mismo podría deducirse con la expresión relativa a las algas sobre su cabeza. El punto aquí es saber cuándo escribió Jonás este relato poético.
¿Pudo Jonás escribir dentro del vientre del “gran pez?”
Algunos comentaristas liberales señalan que este libro no sería de Jonás, dado que no es verosímil que una persona tragada por un pez se dedique a componer poesía en esas condiciones. Pero esta crítica nace de quien no entiende las costumbres literarias de los autores bíblicos de la antigüedad. El estilo literario utilizado hace parecer como si Jonás compone este Salmo dentro del vientre del “gran pez”, pero lo más probable, es que lo haya escrito sano y salvo, tiempo después, reviviendo aquellos dramáticos momentos en que se hundía bajo las olas, medio ahogándose, porque, aunque supiese nadar, los últimos minutos de la tormenta le habría impedido nadar bien, para luego ser tragado por un monstruo marino. Existen otras situaciones en la Biblia en que se usa este mismo estilo literario. Por ejemplo, en el Evangelio de Lucas:1, cuando el ángel aparece a María y ella responde cantando el Magnificat. No es lógico pensar que ella compuso ese hermoso escrito de forma inmediata. Muy probablemente lo escribió después, uniendo todos los elementos necesarios, en un momento de tranquilidad.
Los tres días dentro del “gran pez” es demasiado tiempo
Si se consideran tres días literales completos, se tiene un total de 72 horas. Sin embargo, pudiese ser menos de la mitad de este tiempo, y aún considerarse tres días 8 debido a que los judíos contaban parte de un día o parte de la noche como un día entero. Si Jonás fue tragado por el “gran pez” en la noche del primer día, luego estuvo todo el día siguiente (segundo día), y temprano en la mañana del tercer día el animal marino lo vomita en algún punto de la costa, el tiempo total que habría estado Jonás dentro del «gran pez» (en este escenario hipotético) habría sido sólo de unas 30 horas.
Relatos acerca de “otros casos similares al de Jonás”
Un primer caso trata de un hombre llamado Marshall Jenkins, quien habría sido tragado vivo por un cachalote en 1771, logrando sobrevivir, en tanto que otro incidente similar se refiere a la odisea que habría vivido en 1891 el marinero James Bartley (Davis, 1991)8. Bartley habría sido tragado por un cachalote, que el mismo y otros compañeros de la tripulación ballenera habían arponeado minutos antes. El animal marino habría sido capturado algunas horas más tarde, y luego de abrir al cachalote para eviscerarlo, el marinero Bartley habría sido encontrado vivo, pero inconsciente, en el estómago del animal. Luego de algunas semanas se habría recuperado. Este último caso habría sido publicado el 22 de noviembre de 1896 por el diario New York Times. Sin embargo, en 1990, el historiador Edward Davis, del Messiah College de Grantham, Pensilvania, publicó un artículo donde expone su investigación sobre el hecho, y descubrió que el navío en el que viajaba Bartley, el Star of the East, no habría sido un ballenero, y revisando las ediciones de la época del New York Times, tampoco encontró relato alguno sobre este incidente. Además, en el barco investigado por Davis, no habría existido nadie llamado James Bartley (Davis, 1991).
Al no existir evidencias en estos últimos relatos, que surjan de fuentes primarias, no resultan fiables, y por tanto no debiesen ser considerados. Sin embargo, ambas leyendas han sido utilizadas por muchos años en escritos apologéticos, lo cual es lamentable. La historia de Jonás tiene variados elementos probatorios fuertes y válidos, que la hacen totalmente confiable, sin necesidad de tener que recurrir a fábulas artificiosas. Si se es cristiano de veras, la historia de Jonás no necesita de réplicas o casos similares para aceptar su veracidad, principalmente por que la corrobora el propio Señor Jesucristo. Efectivamente, el caso de Jonás tal vez nunca podría llegar a repetirse en similares condiciones, porque hay variables sobrenaturales que subyacen en esta historia, como lo es la “preparación del gran pez” por parte de Dios para tragar a Jonás, mantenerlo en el vientre del pez (vivo o muerto) y finalmente ser vomitado vivo en la costa.
Reflexión final
A Jonás se le suele llamar el profeta rebelde, estigma con el que lamentablemente se han quedado algunos creyentes. Es cierto que Jonás fue rebelde al principio, pero 9 después de la dura prueba que le tocó vivir, se arrepintió, y obedeció a la Palabra del Señor; y luego de haber sido vomitado por el “gran pez” en la costa de algún punto del Mar Mediterráneo, fue a Nínive a entregar el mensaje que Dios le había dado, lo que provocó la grandiosa respuesta de conversión de los ninivitas, incluyendo hasta el rey. Sin embargo, el Señor no le endosa a Jonás un juicio negativo de su proceder inicialmente rebelde, sino todo lo contrario, se compara con él, en la conocida “señal del profeta Jonás” (Lucas 11: 29-32). En este pasaje el Señor les dice a los judíos del primer siglo que los habitantes de Nínive (convertidos por el Espíritu Santo utilizando la predicación de Jonás), se levantaran el día del juicio para condenarles. Porque los ninivitas creyeron al mensaje de juicio que Dios les enviaba por medio de un profeta extranjero y desconocido. Sin embargo, ellos que vieron de primera fuente los prodigios y milagros del Señor y escucharon su Palabra, no se convirtieron. 2000 años después, la “señal del profeta Jonás” sigue absolutamente válida para las actuales generaciones.
Por Ricardo Bravo
Actualizado en 2025
Bibliografía
- Maier P. 1994. Josefo. Las obras esenciales. Editorial Portavoz (Pág. 171 y 172)
- Abad L. 1979. Consideraciones en torno a Tartessos y los orígenes de la cultura ibérica. Archivo Español de
Arqueología, 52. - Maluquer J. M. 1989. Tartessos, la ciudad sin historia. Tercera edición. Ediciones Destino, Barcelona. Pág. 59 a
- Sierra A. y Á. González. 2009. El calamar gigante. Editorial: CSIC y Catarata. ISBN: 978-84-8319-466-9. 120
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- Berta A., J. Sumich and K. Kovacs. 2006. Marine Mammals, Second Edition: Evolutionary Biology. Elsevier.
- Bellido. J.J.; et al. 2006. primera cita de una yubarta Megaptera novaeangliae, (Borowski, 1781) en el litoral
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https://www.nationalgeographic.com/animals/article/most-whales-cant-really-swallow-a-human-heres-why - Davis E. 1991.A Whale of a Tale: Fundamentalist Fish Stories. Perspectives on Science and Christian Faith,
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